La zona tropical se extiende entre el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio e incluye la mayor parte de América Latina, África y la India, Asia Meridional y la aproximadamente la mitad de Australia. Su ubicación latitudinal en el planeta trae como consecuencia una incidencia solar directa, con menor variabilidad de la longitud del día y de la noche durante todo el año. De tal manera, en los trópicos se encuentran caracterizados climáticamente por un régimen estacional que concentra lluvias de gran intensidad en ciertos períodos del año acompañadas con períodos de déficit hídricos; con estabilidad de la temperatura, que suele encontrarse por encima de los 20°C. Así, en los trópicos, es la altitud y no la latitud el factor modificador de las condiciones climáticas (generalmente de la temperatura), y son los accidentes geográficos los generadores de la enorme diversidad de zonas de vida (entendidas según el concepto de Holdridge), propias de esta área del planeta, en las que se concentra la mayor biodiversidad del planeta tierra, el 85% de diversidad biológica total.
McCraken et al. (1983) señala al clima como factor fundamental en el proceso de formación de los suelos, reconociendo a las precipitaciones y la temperatura como las propiedades del clima con mayor correlación con las características del suelo. Tales características explican, de acuerdo a este autor, porque los suelos tropicales son más profundos e interperizados que los suelos templados. Primavesi (1980) por su parte, especifica que son más pobres en sílice, con poca fijación de potasio y NH4, bajo intercambio catiónico, alto intercambio aniónico, más ácidos, friables y ricos en óxidos de hierro y aluminio, con alta fijación de fósforo.
Como consecuencia de estas características edáficas, sumadas a la interacción con los factores climáticos, en los suelos tropicales los procesos ecológicos de transferencia de materia y energía ocurren mucho más rápido y se caracterizan por presentar altas tasas de formación de biomasa con concentración de nutrientes en la misma, alta biodiversidad, velocidad en el ciclaje de nutrientes del complejo suelo – planta, sucesiones rápidas y cadenas tróficas complejas (Restrepo, 1996).
Estas características describen un ecosistema suelo con un funcionamiento muy diferente al de los suelos templados, diferencia que resulta clave para comprender las razones del fracaso de tecnologías agrícolas importadas, cuya inadecuada aplicación ha traído como consecuencia la profunda degradación de los suelos tropicales. Creemos que ya es hora de que en el manejo de nuestros suelos dejen de privar las razones históricas en conjunción a las estructuras de dominación económica y política, sobre las ecológicas
Referencias.
McCraken R, Buol S y F Hole. (1983). Génesis y clasificación de suelos. Trillas. 2da Ed. México. 417 pp.
Primavesi, A. (1980). Manejo ecológico de suelos (en portugués). Nobel. Sao Paulo. 234 pp.
Restrepo, J. (1996). De la agricultura de suelo a la agricultura de sol. Enlace. Managua. Nicaragua. 224 pp.
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